Las crónicas del Cuervo
El enviado del Diablo
Prólogo
Un sueño. Eso fue lo que me cambió la vida por siempre, un simple sueño.
Un sueño envuelto en el misterio, oculto en la tiniebla. Un sueño oscuro en el cual un hombre estaba encerrado sin ninguna reja que le barrara el paso. Se hallaba inmerso en un mar infinito de niebla, con la simple compañia de un retorcido árbol quemado, y su voz.
Lo vi por primera vez una noche sin luna, quedandome dormida escuhando Unintended, de Muse. Su voz de ángel y su falsete perfecto me hundieron rapidamente en la negrura, conduciendome hasta ese personaje que tan facilmente podia aportar el cuerpo angelical a la bella canción. Y él me cantaba, me cantaba la melodia con distintas palabras, contandome su historia, implorándome mi ayuda. Deseando que le salvara de la oscuridad eterna. Y yo no supe que responder, yo no estaba en ese sueño. Él era el unico, el bello ángel entristecido y capturado, sin alas para poder volver a volar y asi escapar de su pesadilla. Un ángel caido, con su belleza impactante. Su bellisimo y pálido rostro se hallaba oculto tras una máscara indiferente, pero esa eficaz tapadera no era capaz de llegar hasta sus ojos. Dos enormes pozos negros y profundos, bañados por una soledad inimaginable, rompian la perfección de su rostro. Todo él brillaba bajo una luz inexistente, su cabello, negro como el carbón, su piel, extraordinariamente blanca y tersa, suave y fría como el hielo. Y de nuevo su mirada, me provocaba escalofrios, la manera en que notaba cómo me traspasaba, a pesar de que yo no estaba presente. Y con los últimos acordes de una canción desconocida, su boca se curbó en una sonrisa maliciosa, pícara, y sus ojos se tiñeron de curiosidad, diversion y maldad. Entonces, cuando la cancion terminó, una rafaga de aire elevó la densa niebla, y cuando esta volvio a arrastrarse por el suelo, él ya no estaba, habia desaparecido.
Cuando desperté no podia quitarme esa mirada de mi mente.